VAPOR
DOM PEDRO
(Barco de Bandera Portuguesa)
(Barco de Bandera Portuguesa)
Imagen del ‘Dom
Pedro’, vapor de pasajeros y carga hundido el 27 de mayo de 1895 en la costa de
Corrubedo.
De los 103
pasajeros , 83 fallecieron ahogados.
LEON
STEINER Y CARLOS GARDEL INMIGRANTES
León Steiner emigra al país (Argentina) con 16 años de edad y tres
de sus hermanos , Josephine (21 años) , Joseph (18 años) y Charles
(9 años) . Los cuatro hermanos ingresan a la Argentina y llegan al país a
bordo del Vapor Dom Pedro el 19 o 20 de Noviembre
de 1894.
Coincidentemente el que fuese famoso cantor de tangos CARLOS GARDEL viaja y
llega a Buenos Aires a bordo del Vapor Dom Pedro. La constancia de su
arribo a Buenos Aires el 11 de marzo de 1893 en el vapor “Dom Pedro” puede
verificarse en el registro. Llego con dos años y tres meses de edad al puerto
de Buenos Aires, procedente de Francia, acompañado de su madre Bertha Gardes (viuda
de origen Francés de 27 años, de profesión Planchadora, Católica , Pasaporte N*
94) . Carlos Gardel figura con el nombre de “Charles Romuald Gardes”. En el
documento N* 122 se aclara el origen Francés de Carlos Gardel. El barco amarra
en el Dique I del puerto de Buenos Aires.
La travesía hacia América era muy penosa. Los
inmigrantes Suizos del Cantón du Valais entonaban diferentes cánticos para
darse animo durante el largo y agotador viaje, entre ellos el CHANT DES
EMIGRANTS VALAISANS / CANTICO DE LOS EMIGRANTES VALESANOS, lleno de energía y
optimismo hacia una nueva vida.
COPIA DE LA
INSCRIPCION DE CARLOS GARDEL N* 122
(Para ampliar hacer Click en la imagen)
El Dom Pedro fue botado el 12 de octubre de
1878, en los astilleros <<Forges et Chantiers de la Méditerranée >>
ubicados en << Le Havre-Graville>>, y matriculado en el puerto de
<<Le Havre>> (Folleto 222, Número 664). Este barco mixto (pasajeros
y mercancías), tenía 104,05
metros de largo, 12,01 metros de
anchura, arqueaba 2999 toneladas (1957 toneladas de carga), y era movido de
modo mixto (vela y, también, por una máquina de vapor de 1300 caballos). El
<<Dom Pedro>> tenía un barco gemelo llamado “Pampa”.
A mediados del siglo, la travesía del Atlántico se hace en barcos a vela. La mayoría de los emigrantes ha firmado un contrato con una agencia que se comprometió, entre otras cosas, a asegurarle por medio de una compañía de navegación, el viaje en el mar en buenas condiciones. Esas condiciones dependen del valor del barco, de la tripulación, del respeto de las cláusulas del contrato de la travesía, sin contar los caprichos del mar. La estadía en el océano puede durar de35 a 40 días para ir a Estados
Unidos, de 50 a
60 días para viajar a Argentina o a Brasil, mucho más si el estado del tiempo
juega una mala pasada.
El momento del embarque representa un momento muy colorido: “Como un enjambre sobre un frasco de miel, los emigrantes se aferran a un lado del barco luchando por encontrar su camino a través de las cuerdas”, señala un periodista en los años 1850. En el muelle reina una atmosfera de fiesta: “vendedores de cintas, naranjas, caramelos, espejos de bolsillo, se mueven en medio de una pila de bultos, de cajas de agua, de equipajes y de una multitud de pasajeros a punto de embarcar. El sonido de las flautas se mezcla con los llantos de los niños y los cantos de los marineros”.
A menos que sea uno de los pocos privilegiados con un pasaje de primera clase, cuyos camarotes están situados en la parte superior del barco y que tienen derecho a una consideración especial, el emigrante se une a la masa de sus compañeros de viaje en la zona de maniobras, un espacio situado a la orilla del agua y dispuesto para recibir al mayor número de personas posible. Para un barco de mil toneladas hay entre seiscientos a ochocientos pasajeros que se amontonan en un puente que no pasa de treinta metros por ocho o diez metros y en otro espacio que cuenta con locales húmedos, oscuros y nauseabundos, mal ventilados donde las ratas deambulan constantemente, Iluminadas por lámparas humeantes colgando de los barrotes. Ahí se encuentran las cuchetas superpuestas de dos en dos o de tres en tres, una pegada a la otra, infectadas de gusanos. Esa ubicación que deja apenas sesenta centímetros entre las camas no les permite a los pasajeros ni siquiera sentarse a leer.
FUENTE: CARRON, ALEXANDRE; CARRON CHRISTOPHE, "Nos cousins d´Amérique"- Tomo I- Éditions Monographic S. A. Sierre 1986-(Paginas 40-41 )
PARTIR PARA
SOBREVIVIR: “Nos cousins d´Argentine”,
LA TRAVESÍA: UNA PRUEBA
A mediados del siglo, la travesía del Atlántico se hace en barcos a vela. La mayoría de los emigrantes ha firmado un contrato con una agencia que se comprometió, entre otras cosas, a asegurarle por medio de una compañía de navegación, el viaje en el mar en buenas condiciones. Esas condiciones dependen del valor del barco, de la tripulación, del respeto de las cláusulas del contrato de la travesía, sin contar los caprichos del mar. La estadía en el océano puede durar de
El momento del embarque representa un momento muy colorido: “Como un enjambre sobre un frasco de miel, los emigrantes se aferran a un lado del barco luchando por encontrar su camino a través de las cuerdas”, señala un periodista en los años 1850. En el muelle reina una atmosfera de fiesta: “vendedores de cintas, naranjas, caramelos, espejos de bolsillo, se mueven en medio de una pila de bultos, de cajas de agua, de equipajes y de una multitud de pasajeros a punto de embarcar. El sonido de las flautas se mezcla con los llantos de los niños y los cantos de los marineros”.
A menos que sea uno de los pocos privilegiados con un pasaje de primera clase, cuyos camarotes están situados en la parte superior del barco y que tienen derecho a una consideración especial, el emigrante se une a la masa de sus compañeros de viaje en la zona de maniobras, un espacio situado a la orilla del agua y dispuesto para recibir al mayor número de personas posible. Para un barco de mil toneladas hay entre seiscientos a ochocientos pasajeros que se amontonan en un puente que no pasa de treinta metros por ocho o diez metros y en otro espacio que cuenta con locales húmedos, oscuros y nauseabundos, mal ventilados donde las ratas deambulan constantemente, Iluminadas por lámparas humeantes colgando de los barrotes. Ahí se encuentran las cuchetas superpuestas de dos en dos o de tres en tres, una pegada a la otra, infectadas de gusanos. Esa ubicación que deja apenas sesenta centímetros entre las camas no les permite a los pasajeros ni siquiera sentarse a leer.
FUENTE: CARRON, ALEXANDRE; CARRON CHRISTOPHE, "Nos cousins d´Amérique"- Tomo I- Éditions Monographic S. A. Sierre 1986-(Paginas 40-41 )